Editorial
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Febrero: Historia de Gibraltar |
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Nota: Por Francisco Javier Millán Licenciado en Derecho De todos es sabido que al morir Carlos II, sin heredero a la Corona de España, estalló la Guerra de Sucesión entre los dos pretendientes principales al trono español Felipe de Borbón y el archiduque Carlos. Se alinearon, con el primero España y Francia y con el segundo, Austria, Inglaterra y Holanda. En agosto de 1.704, navegaba por el Mediterráneo el príncipe George Hesse-Darmstadt, jefe de las tropas carlistas, en una flota que mandaba el almirante inglés George Rooke. Al pasar por el Estrecho de Gibraltar camino de Lisboa, deciden apoderarse del Peñón de Gibraltar, en nombre del pretendiente Carlos III de España, que era el nombre con que pretendía reinar en nuestro país el archiduque. El gobernador de Gibraltar Diego de Salinas se vio obligado a rendir la plaza dado la abrumadora mayoría de los atacantes. En teoría las fuerzas carlistas no llegaban con ánimo de invadir ni conquistar ninguna parte de España sino de proteger y liberar a los españoles del pretendiente gabacho. Sin embargo, una vez tomada la plaza, el almirante Rooke, arrió el estandarte del archiduque Carlos -izado por el príncipe Hesse- sustituyéndolo por el inglés al tiempo que proclamaba a la reina Ana, dueña y señora del Peñón de Gibraltar. Este hecho lo ponen en duda algunos autores británicos aludiendo que no está constatado históricamente, pero la realidad del mismo quedó verificado más tarde en Utrech. Nada más salir la guarnición y el Ayuntamiento de Gibraltar, el día 7 de agosto de 1.704, comenzó la larga singladura por recuperar lo que nos habían robado y sustituir la bandera británica por la roja y gualda. Las fórmulas empleadas en estos casi doscientos noventa y cuatro años fueron varias: se empleó la fuerza en tres asedios en el siglo XVIII con millares de combatientes muertos, y, tras finalizar el tercer sitio, en el año 1.783, se recurrió a la diplomacia, realizando innumerables gestiones diplomáticas, numerosas conversaciones entre estadistas, proposiciones de permutar la plaza por otras posesiones, propuesta de compra y, en fin, se utilizaron todos los instrumentos legales para que nos fuese devuelta simple y llanamente lo que es nuestro. Todo ha sido inútil hasta ahora y el pabellón inglés sigue ofendiendo la dignidad española. Violaciones al Tratado de Utrech. Firmado el Tratado de Utrech en el año 1.714, quedó restablecida la paz en Europa y, por tanto, entre España e Inglaterra, quedando introducida la dinastía de la Casa Borbón y la "pérdida" de Gibraltar , y una vez terminada la aventura napoleónica. el Congreso de Viena de 1.815 marcó una paz permanente entre España e Inglaterra. Sin embargo, el Reino Unido desde que se apropió fraudulentamente de Gibraltar mostró signos inequívocos de no conformarse sólo con la fortaleza descrita en el Tratado de Utrech y pronto, muy pronto, 1legaron las violaciones a lo estipulado en Utrech. para conseguir más terreno español, utilizando como método el engaño, la fuerza y la indignidad. Estos son algunos de los atropellos cometidos:
Finalmente España -en el año 1.942-, en plena guerra mundial, para evitar nuevos desplazamientos de la "frontera" hacia el norte, ocupó los 600 metros que quedaban del mal llamado "Campo Neutral'', a pesar de que las autoridades británicas protestaron )no se ruborizaron por ello?- de que España tomara posesión oficial de un trozo de terreno español. Pero las violaciones al Tratado de Utrech no finalizaron con el corrimiento de la "frontera" española hasta la verja, pues si bien físicamente no se podía ya transgredir lo tratado, si podían vulnerar éste desde el campo político y jurídico y... no dudaron en hacerlo. Primero, Gran Bretaña otorgó a Gibraltar la llamada "Constitución Lansdowne'', por decreto fechado el 23 de mayo de 1.969, aunque la Reina se reservó el poder de revocarla o modificarla total o parcialmente, así como la potestad de dictar las leyes que estime conveniente. Es decir, la colonia está sujeta a todo el orden jurídico británico representado por el gobernador militar británico en Gibraltar que es quien ostenta el poder real de la colonia. Ante este nuevo atropello el gobierno español actuó con contundencia aplicando estrictamente el Tratado de Utrech, es decir, cerrando el paso por tierra. A partir de entonces Gibraltar tiene un "ministro principal" que, para sarcasmo de este atropello, las urnas decidieron que fuese Josuah Hassan, dándose el singular y humorístico caso de ser "presidente", una persona de origen judio-marroquí en un territorio en el que el articulo X prohibe expresamente la entrada de moros y judíos. (Ojo! que no vaya a venir ningún espabilado a tacharnos de racistas porque se equivoca, pero las cosas son como son y así hay que relatarlas. No, todavía no han terminado las vulneraciones. En 1.967 el gobierno de Su Majestad Británica decide, unilateralmente, convocar en Gibraltar un Referéndum para que los habitantes del Peñón decidan con que nación quedarse, eso sí, con una doble pregunta realizada de acuerdo con los intereses de Inglaterra. Podríamos continuar pero hay que finalizar, pero antes, (agárrense!. Gran Bretaña se ha escudado siempre, desde que ocupó Gibraltar, en una población de origen heteróclito, descendiente de judíos, árabes, malteses, hindúes, genoveses, etc. y aunque haya infringido, lo establecido en Utrech, no han puesto reparo a la hora de fijar residencia éstos en el Peñón, pero... (asómbrense! si el que pretende fijarla es español, las democráticas autoridades gibraltareñas lo impiden, pues la "Inmigration and aliens order'' de 1.885 y la "Gibraltar status ordinance" de 1.962 lo prohiben taxativamente.
Artículo X del Tratado de Utrech. El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dándola dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno. Pero, para evitar cualesquiera abusos y fraudes, en la introducción de las mercaderías, quiere el Rey Católico, y supone que así se ha de entender. Que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra y como la comunicación por mar con la costa de España no puede estar abierta y segura en todos tiempos, y de aquí puede resultar que los soldados de la guarnición de Gibraltar y los vecinos de aquella ciudad se vean reducidos a grandes angustias, siendo la mente del Rey Católico sólo impedir como queda dicho más arriba, la introducción fraudulenta de mercaderías por la vía de tierra, se ha acordado que en estos casos se puede comprar a dinero de contado en tierra de España circunvecina la provisión y demás cosas necesarias para el uso de las tropas del presidio, de los vecinos y de las naves surtas en el puerto. ..........
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